Todos los desarrolladores alguna vez estuvieron muy entusiasmados por empezar un nuevo proyecto determinado. Les parecía muy emocionante, y les representaba un desafío que estaban ansiosos por encarar. Pero a muchos les pasó algo que también es bastante común: a medida que el proyecto avanzaba (o no avanzaba) se encontraron con que se sentían cada vez más desmotivados, con que perdían las ganas, y con que ese proyecto que tanto les interesaba al principio se terminó convirtiendo en una carga. El trabajo se extendió, imprevisiblemente, por meses, incluso por años. Hasta que un día decidieron abandonarlo, o lo terminaron con una calidad que no los conformó. O sí los conformó, pero ya estaban tan alejados emocionalmente que perdieron esa satisfacción que da un trabajo bien hecho.
Este post va a tener como punto central una pregunta: ¿hasta qué punto nosotros mismos, como desarrolladores, somos responsables de que nos pase esto?