Hace unos días revisaba, junto con dos compañeros de trabajo, un CV que nos llegó por un puesto laboral que estamos ofreciendo. Algo que nos tuvo discutiendo un rato fue el hecho de que la persona en cuestión incluyó “buena presencia” como un item entre sus habilidades.
Algo en lo que los tres estuvimos de acuerdo fue en que no nos gustó que eso estuviera ahí. Las razones que teníamos eran diferentes, como también algunas justificaciones que creíamos posibles para que el postulante pusiera eso. Acá básicamente intento hacer un repaso por esas razones.
Las apariencias delatan actitudes latentes
Vivimos en un mundo que a veces es terriblemente materialista, eso es un hecho. Y es cierto que en un ámbito materialista la buena presencia va a ser mirada con buenos ojos. Pero esa aprobación inicial no perdura a través del tiempo, y después de las buenas impresiones iniciales que alguien pueda tener por tu pinta, que pueden llegar a eclipsar la calidad de tu desempeño, sea bueno o malo, lo que se empieza a ver es concretamente tu trabajo, y ahí no hay buena presencia que pueda defenderte si hacés algo mal. En este sentido, yo entiendo esa buena presencia como una máscara para tapar las cosas que no podés hacer, ya sea por falta de experiencia, de capacidad o de ganas.
También es cierto que si te presentás a una entrevista laboral vestido como un homeless no te van a tomar. Es triste, pero es un hecho. Pero tampoco te van a tomar si el entrevistador ve que debajo de la apariencia de alguien que llega bien vestido y perfumado hay una persona que no sabe de lo que está hablando. Yo mismo tomé entrevistas y descarté gente por esto, sin importarme qué tan rígido era el pelo del entrevistado.
A veces una buena presencia puede dar una pauta de lo predispuesto que está alguien a hacer bien algunas cosas, porque cuidar la imagen personal puede ser un indicio de qué tanto uno cuida otras cosas que le resultan igual de personales. A veces esas cosas tienen que ver con el trabajo, con un hobbie, o simplemente con sentirse bien con uno mismo. Pero en ocasiones también el cuidado personal da cuenta de las propias inseguridades y carencias, y solamente parece estar ahí para obtener la mera aprobación de los demás. Yo no consideraría a alguien que entre en esta última categoría para trabajar conmigo.
Pero también es posible que alguien sea lo suficientemente materialista como para contratarte porque tenés mejor pinta que los otros postulantes. Existen lugares de trabajo así. En ese caso, creo que sería bueno preguntarse si uno querría trabajar en esa clase de lugares, donde el valor como empleado va a estar basado en cómo uno se viste y no tanto en lo que puede hacer. Si valorás un poco tu inteligencia y cualquier tipo de educación que hayas tenido, creo que tu respuesta va a ser que no, que no querés estar ahí. Al menos a mí me gusta pensar que somos un poco más que un pedazo de carne que se ve bien con camisa.
El punto es que, cuando ponés “buena presencia” entre tus habilidades, estás dando a entender que esa es una de las razones por que alguien debería tener en cuenta para contratarte, para evaluarte como potencial empleado. Eso puede caerle bien a los que no se van a fijar mucho en el valor de tu trabajo una vez que estés adentro, a los que probablemente no se preocupen mucho por lo que hagas o dejes de hacer, y son los mismos que te van a hacer a un lado cuando las apariencias dejen de servir. Y no le va a gustar a quienes piensan, como yo, que la calidad de tu trabajo es la que tiene que hablar por vos, cómo sepas venderte con argumentos y con actos, no con lo estético. No ganás nada con ese item.
Reivindicación del buen vestir
No quiero que se entienda que estoy menospreciando lo estético; yo mismo trato de verme bien en la medida de lo posible y lo tomo como parte de mantener mi imagen profesional. Hay trabajos que presuponen un mínimo de buena presencia o tienen ciertas normas de vestimenta, y no veo mal eso, porque parte de la imagen de una empresa, dentro de ciertos límites, es cómo se ven sus empleados. Estoy diciendo que lo principal en la parte concerniente a la informática del mundo laboral (porque hay entornos donde todo esto que digo no es tan válido) es cómo te desenvolvés y lo que estés dispuesto a aprender, por más que ya tengas experiencia. Porque si bien la mayoría de las búsquedas laborales requieren ciertos conocimientos específicos, lo que no sabés puede compensarse con tu trabajo en torno al aprendizaje. Se trata también de qué tanto seas capaz de venderte, de lo original de tu propuesta y de tus soluciones, del profesionalismo que demuestres, de tus ganas de comprometerte con un proyecto, de cómo te puedas integrar a un equipo, de lo que tengas para ofrecer que pueda ser más valioso que lo que ofrezcan los que llenan sus CVs con el mismo palabrerío de siempre que sacaron de un modelo de internet. Lo estético recién viene después de todo esto, como un aliciente. Si además de ser alguien que trabaja bien, que está seguro de lo que hace y de sí mismo, te preocupás por cómo te ven los demás y frente al espejo, porque eso te hace sentir bien y no porque te valida como trabajador, eso está perfecto. Pero no sirve de nada que el envoltorio sea lindo si el contenido está en mal estado.
Derechos laborales y perspectivas de cambio
El punto lamentable y difícil de remontar de todo esto es que vivimos en un país donde los derechos y libertades de los trabajadores se respetan muy poco. No pretendo hacer un análisis sociológico, pero algo que vengo viendo desde que empecé a trabajar es que cosas como malos sueldos, pagos demorados, abusos de autoridad y exigencias poco realistas llevan a la desmotivación, a la falta de compromiso, a la depresión y al estancamiento, y eso a su vez lleva a que no podamos conseguir un mejor trabajo que nos permita salir de una situación así. Peor aún, nos pueden terminar echando por tener una mala actitud a la que nos empujaron, y tomando a alguien que promete el oro y el moro, porque necesita trabajar aunque las condiciones sean malas, pero con quien en el futuro pasa algo similar.
En algún momento todos nos vamos a encontrar en una situación parecida, sea del lado que sea. Lo que no creo es que debamos ponernos en situación de víctimas y echarle la culpa de todo lo que nos pasa a los demás. Es inevitable sentirse mal a veces, pero en algunos casos somos nosotros mismos los que elegimos perpetuarnos en ese estado. En lugar de eso, necesitamos tomar decisiones acerca de cómo, en dónde y con quiénes queremos trabajar en lugar de agarrar lo primero que esté a nuestro alcance, tanto si somos el empleado como el jefe. Podemos preocuparnos un poco más por respetar y ser respetados, por corresponder y ser correspondidos. No siempre nos van a salir las cosas bien, a veces vamos a tomar malas decisiones o vamos a tener pocas opciones y a elegir la que nos pueda asegurar algo, por malas que sean las condiciones. Pero sí podemos intentar ser un poco más que un tipo que paga un sueldo y que espera que por eso se haga todo lo que quiere, o uno que trata de que los demás no se den cuenta de que no hace nada hasta que le paguen o aparezca algo mejor, y después a empezar de nuevo. En definitiva, podemos tratar de ser un poco mejores para generar un cambio, por más chico que sea. No hay razones para vivir en un lunes permanente.